1 de junio de 2015

La importancia de la psicoestimulación cognitiva para nuestro cerebro


Teniendo en cuenta el envejecimiento de la población (sobre todo en occidente), uno de los grandes retos de la ciencia, en general, y de la ciencia médica en particular, es encontrar vías de acción para solventar en la medida de lo posible todos los inconvenientes que surgen con el transcurrir de los años. No quiero decir con esto que el envejecimiento sea un lastre o algo a evitar, naturalmente que tiene aspectos positivos, pero hay otros (que todos tenemos en mente) que no lo son.


Uno de ellos, de esos aspectos negativos a los que todos y todas tememos enfrentarnos, es el deterioro cognitivo, cuyo representante más imponente probablemente sea el Alzheimer —pero no es el único, está secundado por otros secuaces también temibles—. Y qué duda cabe de que el tratamiento farmacológico es una aproximación necesaria, en ocasiones, para tratar el deterioro, pero no es la única, ni siempre la más eficaz. Existen otras alternativas menos agresivas y que pueden resultar muy efectivas. En lo que sigue queremos centrarnos en una concretamente: la psicoestimulación cognitiva.

Con la psicoestimulación se trabajan de manera efectiva distintas áreas cerebrales, relacionadas con el lenguaje, la atención, la memoria o la percepción, por ejemplo. Existen múltiples estudios* que defienden la tesis de la utilidad del entrenamiento cognitivo como método paliativo para tratar el Alzheimer y otros trastornos similares. Es un método probado y, si es llevado a cabo por profesionales, de utilidad incuestionable. Con esto no quiero decir que a través de la psicoestimulación se cure el alzheimer, por supuesto que no. Lo que sí es seguro es su incidencia positiva en la neuroplasticidad, que tiene como consecuencia directa en cómo nuestro cerebro afronta su deterioro cognitivo.

La neuroplasticidad se refiere a cómo es capaz nuestro cerebro de afrontar los cambios y su capacidad de adaptación para mantener el equilibrio. Y aunque el azheimer en particular, y el deterioro cognitivo en general, atacan de manera directa a esa capacidad de resiliencia cerebral, el entrenamiento cognitivo lo que posibilita mejorar las posibilidades de regenerarse de las neuronas afectadas, y de que éstas consigan elaborar nuevas interconexiones.

En este sentido, un alto grado de neuroplasticidad deja en mejor posición a nuestro cerebro de hacer frente al deterioro. Y el entrenamiento cognitivo es fundamental para lograrlo.

En internet encontramos apps, talleres y páginas dedicadas a dar consejos e impartir actividades de psicoestimulación cognitiva. Lo mismo que entrenamos nuestro cuerpo, también debemos entrenar nuestro cerebro.

*Por ejemplo, el realizado por J.S. Kizmiller, “Evaluation of prospective memory training for individuals with mild Alzheimer’s disease”, publicado en 2002 en Brain and Cognition; o el más reciente elaborado por Mª Dolores Zamarrón Cassinello, Luis Tárraga Mestre* y Rocío Fernández-Ballesteros “Plasticidad cognitiva en personas con la enfermedad de Alzheimer que reciben programas de estimulación cognitiva”, publicado en Psicothema.

2 comentarios:

  1. La psicoestimulación es muy importante para el neurodesarrollo, ya que se trabajan de manera efectiva distintas áreas cerebrales, relacionadas con el lenguaje, la atención, la memoria o la percepción.
    Genial este artículo. El cerebro siempre se puede entrenar.
    Desde Capacita-le os animamos a ello, tanto para niños/as como para adolescentes y adultos/as.

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