Las paradojas, del griego παρα (para) y δόξος (doxos), “más allá de lo creíble” y del latín «paradoxum» (para = contrario a, alterado + doxa = opinión); son expresiones en apariencia verdaderas, pero que conllevan contradicciones lógicas y plantean ideas que contradicen el sentido común.
Algunas paradojas sólo parecen serlo, ya que lo que afirman es realmente cierto o falso, otras se auto-contradicen, por lo que se consideran verdaderas paradojas, mientras que otras dependen de su interpretación para ser o no paradójica. Las paradojas como ya hemos visto en otras ocasiones son juegos mentales excelentes para ejercitar el pensamiento divergente. Veamos unas cuantas muy famosas.
- "Trae mala suerte ser supersticioso"
- "Quien sabe mucho, escucha; quien sabe poco, habla"
- "Cuando se han reemplazado todas las partes de un barco, ¿sigue siendo el mismo barco?"
- "Si una serpiente se empieza a comer su cola, y acaba comiéndose absolutamente todo su cuerpo, ¿donde estará la serpiente?"
- "Quien te quiere, te hará sufrir"
- "¿Puedes tener confianza absoluta en algo que no se sabe si existe?"
LA ORACIÓN DEL ATEO
Miguel de Unamuno (1864-1936)
Oye mi ruego Tú, Dios que no existes,
y en tu nada recoge estas mis quejas,
Tú que a los pobres hombres nunca dejas
sin consuelo de engaño. No resistes
a nuestro ruego y nuestro anhelo vistes.
Cuando Tú de mi mente más te alejas,
más recuerdo las plácidas consejas
con que mi ama endulzóme noches tristes.
¡Qué grande eres, mi Dios! Eres tan grande
que no eres sino Idea; es muy angosta
la realidad por mucho que se expande
para abarcarte. Sufro yo a tu costa,
Dios no existente, pues si Tú existieras
existiría yo también de veras.